
Daniel Scioli confirmó que comenzarán a trasladar unos 70 ejemplares a un santuario. También avanza un plan para controlar su reproducción a través de vacunas.
El Gobierno nacional decidió intervenir en el conflicto generado por la superpoblación de carpinchos en el barrio privado Nordelta, en el norte del conurbano bonaerense. Tras una reunión entre autoridades de la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes y representantes de la Asociación Vecinal Nordelta (AVN), se resolvió avanzar en el traslado de los primeros ejemplares a una isla del Delta.
El operativo comenzará entre fines de agosto y principios de septiembre con el traslado de tres familias de carpinchos, unas 70 a 80 cabezas en total, según confirmaron fuentes oficiales. Se trata de grupos considerados de “alto riesgo” porque habitan zonas cercanas a avenidas con alto tránsito y protagonizan frecuentes cruces en búsqueda de alimento, lo que ya provocó 43 muertes por atropellamiento en lo que va del año.
El secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, aseguró que el traslado será “sanitario, responsable y monitoreado” y que la intención es llevar a los animales a un ámbito más seguro y acorde a su hábitat natural. Aunque la medida aún debe ser aprobada formalmente por la Dirección de Flora y Fauna bonaerense, Scioli adelantó que ya mantiene conversaciones con las autoridades provinciales para destrabar el trámite.
“Es importante que logremos una armonía cuidando tanto a los vecinos como a los carpinchos, llevándolos, en la medida de lo posible, a un ámbito natural mejor al que tienen hoy”, afirmó Scioli tras la reunión.
El lugar elegido sería un predio de 60 hectáreas en una isla del Delta, aunque no trascendieron más detalles. Desde AVN indicaron que este primer traslado será una prueba piloto y, si el procedimiento resulta exitoso, se replicará con otros grupos.
La polémica por las vacunas anticonceptivas
Además del traslado, el Gobierno y los vecinos de Nordelta trabajan en un plan complementario para controlar la reproducción de los carpinchos mediante vacunas inmunoesterilizantes. Según explicó la AVN, el programa comenzó en febrero y consiste en la aplicación de dos dosis, con un intervalo de cuatro meses, que generan una esterilidad temporal en los animales. La iniciativa cuenta con el aval de la Dirección de Flora y Fauna bonaerense y el respaldo de investigadores del CONICET y la UBA.
Sin embargo, la vacuna actualmente utilizada fue desarrollada originalmente para cerdos machos y no está probada a largo plazo en carpinchos. Por eso, los vecinos impulsan ahora la importación de una vacuna unidosis, que se aplica mediante cerbatana para reducir el estrés en los animales. Según Scioli, el Senasa facilitará la importación de estas dosis que ya se usan en Estados Unidos y Europa.
“Buscamos los métodos más modernos, que no sean traumáticos como meter a un carpincho en un quirófano para una vasectomía. Se hicieron estudios internacionales y este es el camino más efectivo”, afirmó Scioli.
El costo de las vacunas, el traslado y el mantenimiento de los animales en su nuevo destino serán afrontados por la administración de Nordelta.
Ambientalistas en contra
A pesar de las medidas, las organizaciones ambientalistas continúan rechazando el traslado de los animales. Desde la agrupación Carpinchos de Nordelta, señalaron que esta práctica pone en riesgo la vida de los ejemplares trasladados y también la de los que ya habitan las islas del Delta.
“Esto es un delito, no una solución”, dijo Nora, referente del grupo, en declaraciones a A24.
Según datos oficiales, unos 1.000 carpinchos viven actualmente en Nordelta, y su tasa de reproducción anual alcanza el 114%. En todo el conurbano bonaerense se estima que ya hay más de 3.000 ejemplares, concentrados especialmente en las zonas de humedales como Tigre, San Fernando, San Isidro, Escobar y, en menor medida, Berazategui.
Un problema sin solución definitiva
El crecimiento poblacional de los carpinchos es un fenómeno que tensiona cada vez más la convivencia entre humanos y animales en estos barrios cerrados. Los vecinos denuncian accidentes de tránsito, ataques a personas y mascotas, mordeduras y enfermedades transmisibles. Incluso se han instalado cercas electrificadas para impedir la circulación de los roedores.
Pero lo cierto es que estos animales, considerados el roedor más grande de Sudamérica, son sociables y capaces de adaptarse a convivir con humanos. Lo que alguna vez fue su hábitat natural hoy está cercado por barrios privados. Y el conflicto, que parecía menor, ya tiene en vilo a autoridades, ambientalistas, desarrolladores inmobiliarios y vecinos.
Scioli insistió en que el Gobierno busca una “solución equilibrada y responsable”. Pero en Nordelta y en todo el Delta, el debate por los carpinchos está lejos de cerrarse.
