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Estudiantes y personas en situación de calle crean imágenes con inteligencia artificial

Alumnos de la UNR comenzaron sus prácticas sociales obligatorias, que tienen como objetivo incorporar conocimientos mientras realizan un servicio a la comunidad.

Las pantallas de las PC muestran imágenes diversas: en una hay una víbora, con cadenas de oro, anteojos de sol y un cigarrillo en la mano; en la otra una versión de Superman con la camiseta de la selección nacional de fútbol. Las escenas son generadas por programas de Inteligencia Artificial y quienes las manipulan son personas en situación de calle, acompañados de cerca por alumnos de la tecnicatura en Inteligencia Artificial de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que están cumpliendo con sus prácticas sociales obligatorias. Una iniciativa surgida con el objetivo de mejorar los conocimientos de los estudiantes universitarios mientras realizan, al mismo tiempo, un servicio a la comunidad.

«Teníamos algo de temor antes de empezar con esto», confiesa Max Eder, uno de los alumnos del último año de la tecnicatura en Inteligencia Artificial, en un alto en el primero de los encuentros que comenzaron este miércoles con el objetivo de acercar a las personas en situación de calle a los secretos de los programas de diseño de imágenes mediante IA. «Cuando planificamos la actividad, pensábamos que quizás no nos iban a prestar atención, pero se re engancharon con la propuesta. Llegamos a hacer imágenes y estamos re copados», suma rápidamente.

Sentados frente a las computadoras, una decena de personas en situación de calle, todos varones jóvenes, se muestran tan entusiasmados como los estudiantes. Muestran los trabajos realizados, valoran las producciones de sus compañeros, piden instrucciones para bajar y guardar los archivos que crearon y preguntan si pueden imprimir las imágenes para hacerse un tatuaje. Todo junto, casi al mismo tiempo.

Es el primero de los cinco encuentros planificados en el marco de la actividad. En las próximas cuatro semanas vendrán otros, para poder profundizar aspectos de la generación de imágenes mediante IA y asomarse al universo del arte digital. «Los estudiantes son parte de la primera promoción de la tecnicatura en IA y el objetivo de estas experiencias es vincularlos con una problemática social concreta», explica Emiliano Pavicich, profesor a cargo de las prácticas sociales educativas.

Para Paula Guala, coordinadora de Gabinete de la UNR, las prácticas sociales educativas son «una propuesta de aprendizaje situado», con el objetivo de que los estudiantes universitarios puedan intervenir en distintas problemáticas, aportando los conocimientos propios de su formación.

Además de las propuestas para personas en situación de calle, se planificaron talleres lúdicos para promover las carreras de ciencia y tecnología entre las niñas, prácticas de laboratorio de informática en escuelas primarias y secundarias o alfabetización digital para adultos mayores. De todas las propuestas participan unos 80 alumnos de la carrera que se dicta en la facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la UNR.

Estar en la calle

Quienes participan de la experiencia forman parte del proyecto «La calle no me define» que desarrollan la Asociación Madre Teresa Lourdes y la Fundación Museo Castagnino en el galpón municipal de Montevideo al 2800, donde cooperativas de cartoneros tienen un centro de acopio.

En ese lugar, todas las mañanas, de lunes a viernes, entre 25 y 30 personas se acercan a desayunar, asearse, lavar su ropa y participar de talleres de alfabetización y producción artística. La jornada termina al mediodía, con el almuerzo.

«Si bien tenemos nuestras reglas, somos un lugar que se considera de bajo umbral, que tenemos como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas en situación de calle, mejorando su acceso al sistema de salud, a asistencia psicológica, a talleres de alfabetización y a actividades artísticas y culturales», explica Mariana Mena, una de las impulsoras de la iniciativa.

El trabajo se basa en una premisa que la mujer resume en pocas palabras: «Sabemos que no vamos a sacar a todos de la calle, pero por lo menos las horas que pasan acá se las robamos a la calle», completa.

Desde este martes, además, se sumarán los talleres de arte digital desarrollados por los alumnos de la UNR.

Prácticas con historia

Las prácticas sociales educativas tienen su historia. En 2018, el Ministerio de Educación de la Nación, a través de la Secretaría de Políticas Universitarias, invitó a las casas de altos estudios de gestión pública que lo deseen, a incorporar esta formación en los planes de estudios de las carreras de grado y posgrado.

En la UNR, la propuesta terminó de gestarse hace dos años. En 2021, el consejo superior universitario avaló la creación del Programa de Prácticas Sociales Educativas, sumando a los planes de estudio una instancia de aprendizaje fuera de las aulas y junto a distintos grupos o comunidades. La propuesta se basa en una concepción firme: el territorio es un espacio de construcción y consolidación de conocimientos.

A partir de esa norma, la experiencia que ya se venía desarrollando en forma voluntaria en muchas facultades se incorporó con carácter obligatorio en los planes de estudio de todas las carreras de pregrado y grado, como un requisito previo a la graduación. Las tecnicaturas y licenciaturas creadas en los últimos dos años incluyeron estas prácticas desde el vamos; en el resto se irán incorporando en forma gradual, cuando se reformen los planes de estudio.

Para el rector de la UNR, Franco Bartolacci, se trata de una «parte esencial y constitutiva» de la formación de los alumnos universitarios. «Las nuevas carreras ya comenzaron a implementarlas y el resto comenzará a hacerlo en forma progresiva», explica.

En total, las prácticas educativas insumen unas 60 horas, de las cuales 20 se destinan a un módulo introductorio y de planificación del trabajo y otras 40 a la intervención en distintos espacios comunitarios. Bartolacci destaca que las prácticas tienen un doble propósito: por un lado, generar un cambio en una realidad compleja en las que se desarrollan y, a la vez, producir nuevos conocimientos. Son, resume, «la mejor expresión reformista de la universidad».

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